Cuando el año pasado se me ocurrió la idea de subir el Garmo Negro desde Zaragoza, y llegué a su cima, abrí sin querer la caja de los proyectos imposibles, esos que es difícil que lleguen a término, pero que cuando salen, hacen que te sientas feliz como un niño y lleno de energía. Me dí cuenta (entonces no lo sabía) que podía osar acercarme a uno de esos gigantes sin más motor que mi ilusión.
Parada de 30 segundos en Huesca
A las 5 de la mañana (25/06/11) suena el despertador y llega el momento esperado, ya no hay más nervios, hay que desayunar y ponerse en marcha. A las 6 en punto estoy pedaleando, por las calles de Zaragoza. Teresa, directora del equipo ciclista y conductora del coche de apoyo, diseña una estrategia consistente en una escapada en solitario desde el kilómetro cero, para intentar evitar una llegada al sprint. Por la antigua carretera de Huesca, el viento sopla, veo los aerogeneradores dando vueltas y digo, mal día. Agacho la cabeza y veo pasar la línea blanca del arcén, pidiendo que amaine.
Paso Huesca y la subida del Monrepós se me hace menos dura que el año pasado ya que el asfalto está mejor y ya llevo el viento en popa. Cruzo el Monrepós y veo el Perdido que me mira, empiezo a pensar que quizás llegaré. En Sabiñanigo hago la única parada, unos 5 minutos y sigo. Los tres últimos kilómetros del Cotefablo se me quieren agarrar, el calor empieza a ser preocupante, pero paso el túnel y para abajo en un momento. Julio, Luis y Gonzalo, vienen en coche detrás para hacer conmigo el tramo andando, con la idea de apoyarme (sobre todo en el descenso), pero al final lo tengo que hacer en solitario, pues han cerrado la barrera de la rotonda del puente de los Navarros y no van a poder pasar.
Llego a la pradera con un calor sofocante, busco una sombra e intento comer. No consigo comer mucho. Estoy medio dormido, o ¿dormido del todo? Desde mi posición horizontal a la sombra, con un sol de justicia y con el cansancio como consejero, veo imposible alcanzar el Perdido. Además, ahora se que iré solo. Pillo esterilla, funda de vivac, chubasquero, pantalón de chubasquero, frontal, pues no veo claro dónde podré pasar la noche, además de crampones de plástico, piolet y bastones.
¡Qué calor! Empieza la caminata.
Afortunadamente, la directora del equipo me pone las pilas, me anima y me dice, tú puedes (y yo me lo creo). Me acompaña, mejor dicho, la sigo como puedo hasta las clavijas de soaso a toda pastilla, entre una marea humana que baja. Superadas las clavijas de Soaso, sigo solo. Llego a Góriz a las 17h50, vuelvo a comer y a beber y a las 18h salgo para el Perdido. En ese momento creo que voy a llegar a las 22h, pero al cuarto de hora miro el altímetro y me doy cuenta de que estoy subiendo a 500 metros/hora, lo que significa que de seguir así en dos horas llego! Me pongo muy contento, me da un subidón, pues veo claro que podré estar arriba a una hora razonable. Al llegar a la escupidera me pongo los crampones de plástico. Se podía subir sin, en zapatillas, pero es mejor ahorrar fuerzas y tener más seguridad. A las 20h en punto llego a la cima y comparto el momento con otros tres que estaban en sus sacos para pasar allí la noche. Cuando me ven hacer cima a esas horas alucinan, pero cuando les digo de dónde he salido esa misma mañana,....,me miran con cara de ¿qué me dices?
Estar en la cima de un tresmil del Pirineo, habiendo salido por la mañana de casa, sin subirse a un vehículo a motor, por tus propias fuerzas, es una sensación indescriptible. Hay que probarla. Es una mezcla de incredulidad, poder, alegría e ilusión. Los últimos pasos son mágicos, los saboreas de una forma especial, como las primeras pedaladas, dentro del garaje de mi casa. Aún queda la bajada, pero voy flotando de alegría. A las 21h30, con los últimos rayos de sol, llego a Góriz, donde los guardas (a los que desde aquí quiero agradecer su amabilidad) me han guardado la cena.
Llegando a Góriz, más feliz que Ortíz!
MONTE PERDIDO,
¡Qué nombre mas inmerecido para un pico que me mira desde la lejanía cuando ando por Zaragoza!.
Dedicado a Roque y Miguel por seguir creyendo que Papá puede con todo y por ofrecerme sin dudar su Massey Ferguson a pedales para mi proyecto. A Julio, Luis y Gonzalo por querer compartir conmigo una ilusión, aunque como dice la jota: “No puedo pasar a la pradera, me lo impide la barrera”. A Mario Mingo, editor del vídeo, porque lo más bonito de ser profesor es aprender de los alumnos. Y a Tere, directora del equipo ciclista, conductora del coche escoba, masajista, ayudante de cámara, animadora,.... gracias por todo.
DATOS TÉCNICOS:
Parte en bicicleta (Zaragoza-Pradera de Ordesa): 180 kilómetros, 6h52, 2.404m de desnivel, a 26km/h de media, pendiente media 3%, pendiente máxima 9%, velocidad máxima: 67 km/h.
Parte andando(Pradera de Ordesa-Monte Perdido): 5h, desnivel: 2.000m.
En total, incluyendo descansos: 14h de actividad (hasta la cima) y 4.400m de desnivel positivo.
Hay que añadir 1h15 más que me costó bajar a Góriz.
Material: a) Para la carretera: bicicleta de carreras Orbea Onix, equipada con shimano 105, con cuadro de carbono y triple plato, una bici sencilla, para lo que se lleva por ahí.
b) Para el monte: pantalón corto de correr, camiseta, gorra, zapatillas Intrepid de Trangoworld, bastones de esquí, crampones de plástico, piolet, funda de vivac, aislante, chaqueta y pantalón de chubasquero y frontal. Lo subí todo hasta la cima, por si acaso, pues no tenía claro dónde iba a dormir.