Confiados en la buena predicción meteorológica, preparamos algo “GORDO”. Collarada, el gigante de la Jacetania, será nuestro primer objetivo. Las condiciones en las proximidades del collado de Ip, se vuelven extremas, debido a las fuertes ráfagas de viento (una brisa, según Julio). Tras una trabajada subida final con crampones, alcanzamos la cima, que escasamente hemos podido disfrutar. Tiramos para abajo como un cohete. En el descenso, bajamos por un tubo que está en perfectas condiciones. La montaña nos pone en nuestro sitio y rectificamos nuestro ambicioso plan inicial, atacando directamente el Somola bajo. El abismo se abre a nuestros pies. La panorámica es impresionante, un vacío de 700 metros nos separa en vertical del río Aurín en el valle de Acumuer.
El quebrantahuesos no está en casa, hace un rato lo hemos visto volar cual bolsa de plástico, haciendo lo que podía contra el viento infernal que nos ha acompañado toda la jornada. Bajamos por la enorme pala sur, que se deja ver desde el Monrepós. Como guinda final, ponemos las focas por tercera vez y nos dirigimos hacia el Bacún, con la esperanza de realizar un gran descenso. La nieve acompaña está lenta y segura, a pesar de ser adelantados por las ruedas de carro que se forman a nuestro paso, debido a la gran pendiente. Disfrutamos en el último descenso del día, el bosque de espata nos acoge y nos lleva a la pista forestal, todavía cubierta de nieve. “Solo queda lo peor”, atravesar la selva de Villanua, en la que nuestra estampa de esquiadores resulta graciosamente subrealista. (Participantes: Julio Benedé, Luis Royo, Gonzalo Árguedas y Javier Fernández 8ª, en total: 20 Km, 2.700m de desnivel, 9 horas = jornada laboral + 1 hora extra)
Freeraidismo de salón
Dos generaciones de esquiadores
En la cima del Collarada, aguantando el viento.
El operador de vídeo.
Posturas imposibles.
Somola sur, el abismo.
Voici le cairn!